Son mis huellas la sombra de mi andar,
El testimonio de mi caminar en el tiempo
Y en mi casa de montañas y de vientos,
Fríos bajados al interior de mi corazón vibrante y florecido,
Descanso a la sombra de los grandes maestros
En este lugar de pochotes y macuiles.
Es la sombra su voz de hojas y arrullos,
Voces apagadas que dictan su milenaria sabiduría en mis oídos.
No es la voz conocida de sonidos lineales y acompasados,
Son miles de sonidos superpuestos e irrepetibles,
Letras sueltas en las vibraciones de sus hojas,
Rendijas en el tiempo de luz que se abre
Y se cierran al compás de su aliento,
Es su sombra una escalera de misterios
Que bajan a encontrar nuestro adolorido cuerpo,
Escucho su voz y me adormece el cielo.
Muestra en mi ensueño mi cuerpo y su alimento de luz
Que viene desde el centro de la tierra,
Toca las plantas de mis pies y penetra su fuerza de calor
Y su piel de símbolos y escamas
Que me engendra de energía y fuerza vital
Para la danza y el andar,
Fortalece mis carnes de hombre
Desde mis órganos vitales de masculinidad,
Amasar su energía y alimentar mi cuerpo,
Es la tarea de mi hombría,
Siento reptar la energía con sabor a tierra húmeda y oscura,
Es el coatl de la vida material que se aventura en mi cuerpo de sangre y huesos.
Sube el reptil de luz desde el centro de la tierra al centro de mi cuerpo,
Este sinuoso movimiento es un espejo en el que ve el aleteo espiritual del ave,
Bajar al ritmo ondulante de su imagen material
En el extremo opuesto de su reflejo,
Se atraen en su luz y en su brillante imagen de opuestos complementarios,
El quetzal ansioso del encuentro.
Beber anticipadamente en su sed de viento y frio
El sabor cálido y dulce de la serpiente de energía material,
Quetzal espiritual de viento y conciencia que en la bóveda celeste
De pensamientos abreva y moja su plumaje de tonos cobrizos y marrones.
El encuentro es inminente,
El ave y el reptil funden su encuentro de plumas y de escama,
Hoy mi cuerpo abrirá los surcos celestes en medio del cielo inmaculado,
Su ondulante viaje dará cuenta de un nuevo ser en este cuerpo de carne,
Y polvos de agua, que respirara los espacios sagrados en medio de
La humanidad y el olvido.
En La sombra de pochotes y macuiles
Deposita su semilla vegetal en el torrente de mi sangre,
Abre un surco en mi tierra de sembradíos y de sueños,
Abre longitudinalmente mi piel de escamas y de plumas,
Es mi mano derecha la tierra de razones,
El campo floreciendo de comprensión y sufrimientos,
Frutos de ficción y sueño,
Tierra fértil de mundos etéreos y translucidos,
Mano de tierras que germinan ideas e historias,
Macuiles de la esperanza germinando esperanzas.
Los tonales de mi carne y mis tiempos,
Llenando las oquedades que miran por las ventanas
Los rostros de sus sombras.
Somos flores que florecen a la sombra de pochotes milenarios,
Cuerpos abiertos y en sus carnes crecerán las esperanzas,
La simiente de la oscuridad poderosa y nombrada desde siempre,
Nahual.
Poderoso señor que en su arado de luz acerca el infinito
En su copa de cristal de roca a la boca
para saciar la sed de búsquedas y caminos.
Es mi costilla izquierda la red de huesos que cubre el cuerpo
Y el dorso de la mano izquierda de sembrador de sombras,
Es mi casa de hueso el occipital izquierdo
Que guarda y cuida los azadones para la faena,
Pochotes y macuiles floreciendo en el corazón de mi casa
Con sus cuatro patios para la siembra,
Las voces roncas de sus ramas me han mostrado los caminos
Que tomara mi destino,
El barredor de caminos allanara los patios para su siembra,
Limpiara el corazón del cielo para llorar la vida que me necesita,
Casa de tierras húmedas es mi corazón,
Sembrado en el centro,
El pochote que alimentara la conciencia para equilibrar mi andar por la vida,
Enseñanza para hacer consiente mi existencia es la voz de sus raíces.
Despierto de sus hojas verdes y de flores mi conciencia,
Son mis danzas y mis puntos de algodones las puntadas
Para hilar sus enseñanzas en el tiempo,
Para hermanar espíritus sedientos de saber y esperanzas.
Edgardo Villanueva Cuevas julio 2015