viernes, 25 de enero de 2019

La matanza






En el mes de Octubre/Noviembre de todos los años, desde hace 400 años se hace la matanza de más de 12000 chivos en una hacienda de Huajuapan de león, Oaxaca. 


Huajuapan de León, 2013


Vi correr la sangre
Aliento de vida,
la vi alejarse por debajo de mis pies,
Por los pies de la mujer que amo.

 Vi la vida goteando y complaciendo a los chupadores de imágenes,
Vi la sangre amoratarse y con ella la vida,
 Sentir el olor a muerte y el grito apagado en la espera,
 La contemplación de lo que está por suceder.

 Aceptarlo es morir,
Callar es despedirse,
Vi también la vida de aquellos que matando aseguran su porvenir,
 Su alimento inmediato.

Aún conservo el cuchillo en la boca y la sangre en mi alma,
 Símbolos de poder y dominio,
 Vi la muerte roja como sus labios,
 El verdor naciendo de sus dilatadas pupilas.

Y el llanto esparciendo su fragancia para la resurrección,
¿Dónde está el dolor para callarlo?
¿Dónde está la fuente de la vida para beber de ella?
¿Porque se atragantan las palabras en mis oídos?

¿El llanto silencioso de su despedida?
¿Porque no estás aquí para consolarme?
¿Porque estás ahí, mirando todo sin mí?
Un regalo de la muerte fue la salvación de su alma.
El sacrificio de quien entrega su vida en aras de una resurrección.

¿Quién te ha hecho ese regalo?
¿Quién te ofrenda una vida para abrir tu alma?
¿Porque coronan de sangre y espinas a un espíritu
Para renacer de las cenizas?

¿Porque estuvimos ahí?
¿En ese juego de la vida llamado muerte?
¿Cuál es la lección para saberla?
No es nada que no pueda entender

¿Entonces, porque el dolor?
¿Es la muerte o es la ausencia lo que me desgarra?
Esto no es una queja,
Es un dolor abriéndome desde dentro.

No es la vida yéndose
Es la vida brotando
Es la muerte pariendo una esperanza
Es la yerba rompiendo la semilla.

Es la larva de la vida abriéndose paso por mi adolorido cuerpo
Es tu vida y la mía renaciendo y agitándose
¿Qué caminos encontraran?
¿Qué caminos los acercaran?

Esto es lo que digo a mi esperanza,
Pero están ahí nuevamente las mismas imágenes,
Brotando de las danzas antiguas,
Cercadas de plumas y cascabeles.

En cada paso y en cada ritmo,
La serpiente reptando por mi alma,
Y levantando el vuelo convertido en pájaro,
¿Dónde estás?

¿Te alcanzaran mis palabras y mis emociones?
¿Es la muerte nuestra consejera y amiga?
¿Lo creo de verdad?

Ahí estas en medio del frio y del bosque,
Acurrucada el alma y el cuerpo en mi calor y mi deseo,
Ahora eres árbol del bosque
En ti anidaran los pájaros del deseo y la esperanza.

Eres una primavera,
Y tu sombra hará crecer el musgo de mi vida,
Un mar abierto,
Y tu espuma tocara mis pies.

Como la fragancia de tu pelo a mi escondido deseo,
Ahí estas.
Bañada en sangre, en frio y en agua caliente,
Solo porque estuve ahí.

Contemplándolo todo, impersonal
Conmovido hasta los huesos
Preguntándome ¿hasta cuándo?
Porque ¿hasta ahora?

¿Porque no estuviste ahí desde el inicio?
¿Porque estás aquí ahora?
¿Dónde te puedo tocar y ver?
¿Porque no eres un sueño?

¿Porque no quiero despertar de la vigilia?
Solo testigos para ver,
Solo testigos para atestiguar,
Mudos testigos para algún día recordarme la felicidad.

Cuando mi alma ya no tenga recuerdos,
Cuando solo sea una imagen en una fiesta de muertos,
Solo para cuando alguien pregunte,
¿Quién fue?
¿Qué hizo?
Y la respuesta sea,
Yo estuve ahí
Y se, a quien amo.

Edgardo Villanueva Cuevas.


sábado, 19 de enero de 2019

La Ceiba.




Cuantas hojas cayendo en una tarde,
Darán cuenta de mi espera,
Cuantos arboles deshojando el tiempo y la sombra,
Crecerán a mis pies mientras llegas.

Abandonando su piel para sentir el frío que se acerca, 
Desollando mi cuerpo para tu caricia,
Son mis huesos el contacto cierto,
Están mis ojos hambrientos de tu piel.

Cuantas hojas reverdeciendo a la vida,
 Levantadas en remolino por el viento de la noche,
Es tu cuerpo y tu piel impregnados de mi sabia,
Mis raíces que no te alcanzan y mis ramas que no te cubren.

Son tus hojas mi sombra y mi orgullo,
Eres tú en el nido ardiente de mi selva,
 Es tu tiempo la luz en mi espera.

Una ceiba, un pochote será tu vida
 y yo un pájaro cruzando un desierto
 Esperando adormecerme en tus ramas.


Edgardo Villanueva Cuevas 22 de marzo de 2013