viernes, 1 de noviembre de 2019

La curandera




Este amanecer de 23 de abril en la montaña del tigre

Solo con tu color  escribes y  con tu voz deletreas mis palabras.

Los cantos del viento solitario y hambriento abren las rendijas del tiempo.
En la montaña sagrada grite tu nombre y el viento se hizo más fuerte
 Eres viento y remolino,
Eres tiempo y pájaro cenzontle,
 eres tierra y en  los surcos de tu cuerpo están escritos los cantos que me invocan.
Eres mujer sagrada y tus manos destapan las jícaras de pinceles,
 Con ellos pintarás mi rostro de guerrero y de tigre,
 Me enseñas a caminar tu tierra y tu  piel,
Pintura de besos y caricias es mi rostro,
 Con ellos me muestras  tu camino de lágrimas, de sudor   y sangre,
En tu jícara de palabras  me das a beber el  agua de tu vida.


Hablas tu palabra de amor y La hilatura del tiempo se desprende,
Como en hojas secas levantadas por el viento,
Todo se hace con tu voz, el color y la luz,
 Mis latidos al ritmo de tu canto,
Rompen la semilla aletargada y frágil,
Tu voz hace germinar la vida en un campo seco y polvoriento,
 Tu aliento resucita mi  vida y mis deseos.


Con tus  hilos de mujer,
 Ocultas mi rostro y me pierdo en el tiempo de tu espera,
En las cortinas veo tu rostro dilatarse,
 Los susurros de amor lento y jadeante
 Jalan a tu encuentro mi dolor y mi angustia de perderme en tu oscuro bosque de placer.
Con tu palabra bordas y tejes.
Este tejido antiguo y discreto,
Este sonido apagado del machete marcando uno a uno los hilos del recuerdo,
Tu piel coyuche y tus manos abriendo la hilatura para marcar la estrella o el pájaro en mi piel,
 eres los hilos de colores,
El añil y el caracol purpura,
 Tu boca en grana escribe en la mía tu sabor dulce de chicozapote.

Nada está terminado o muerto,
nada será abandonado u olvidado,
Nada de ti o de mi será borrado,
 Está en tu piel y en la mía.
 Solo el bordado de tus palabras en mis oídos perderá su tono,
 Sus matices y su brillo,
Pero estarán ahí las palabras de amor pronunciadas largo tiempo,
 Palabras en brocado de armadillo,
Susurros de  placer en pozahuanco acurrucados,
Tus pies delgados y tus manos finas continuaran escribiendo en algodón o en seda mi encuentro con tu tiempo.

Bebiendo lágrimas tuyas y mías,
 Sobre la promesa de volver los pasos a nuestra historia,
 A  aprender de nuestras madres,
De nuestras abuelas muertas sus técnicas y sus diseños,
Arrullado en los poemas de amor y de dolor,
En tu voz ronca y apagada deletreando la letra de canciones que lastima los sentimientos pero  invitan a escuchar.

En la espera ver a tus hijos y los míos profundizando sus raíces en mi tierra,
 Tu carne dulce y blanca confundiéndose en copal y palma,
 Algún día tus hijos limpiaran mis males en olor de virgen y curandera convertidos,
 Los frutos de tus hijos fermentados en el fuego con panela me recordaran el sabor dulce de la  madre,
En el corazón blanco de tus hijos mi palabra,
 y en la sombra de sus cuerpos verdes y espigados estaré esperando tu regreso
 Con un corazón de grana en mis manos
 y mi nombre escrito con las tuyas.

26 de abril 2013

Edgardo G. Villanueva Cuevas