Cuantas
hojas cayendo en una tarde,
Darán
cuenta de mi espera,
Cuantos
arboles deshojando el tiempo y la sombra,
Crecerán
a mis pies mientras llegas.
Abandonando
su piel para sentir el frío que se acerca,
Desollando
mi cuerpo para tu caricia,
Son
mis huesos el contacto cierto,
Están
mis ojos hambrientos de tu piel.
Cuantas
hojas reverdeciendo a la vida,
Levantadas en remolino por el viento de la
noche,
Es
tu cuerpo y tu piel impregnados de mi sabia,
Mis
raíces que no te alcanzan y mis ramas que no te cubren.
Son
tus hojas mi sombra y mi orgullo,
Eres
tú en el nido ardiente de mi selva,
Es tu tiempo la luz en mi espera.
Una
ceiba, un pochote será tu vida
y yo un pájaro cruzando un desierto
Esperando adormecerme en tus ramas.
Edgardo Villanueva Cuevas 22 de marzo de 2013
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